En este lugar, Catalina, a la edad de siete años, tuvo su primera visión, subiendo la cuesta del Costone desde Fontebranda, mientras regresaba a casa con su hermano Esteban. La santa vio a Jesús con vestiduras pontificales sentado sobre un trono por encima de la basílica de Santo Domingo, que está enfrente de la subida del Costone. Con Cristo estaban San Pedro, San Pablo y San Juan Evangelista.
Aquella visión se imprimió con fuerza en el espíritu de Catalina. Sólo más tarde comprendió claramente su significación, dado que, tras entrar en la tercera orden de los dominicos, una de sus mayores preocupaciones fue que el Pontífice tomase conciencia de su verdadera misión y actuase en conformidad con lo que era, es decir el “dulce Cristo en la tierra”.
Desde comienzos de siglo XVIII, los habitantes de Siena quisieron transmitir la memoria de aquella visión y, en el mismo lugar, el pintor Giuseppe Nicola Nasini realizó un fresco. Colocada al aire libre y a las inclemencias temporales, la pintura ha necesitado de tres restauraciones a lo largo de los años: la primera de Cesare Maffei, la segunda de Vittorio Giunti, hasta la última de Enzo Cesarini, el autor del fresco actual inaugurado el 1 de Octubre de 1972, ahora protegido por un cristal.
En esta ocasión, se sustituyó la primera inscripción en latín, a la base del fresco, con una nueva en italiano grabada en una lápida de mármol amarillo de Siena, que cita las palabras relativas al episodio de la Legenda Major de Raimondo da Capua.